El enfermo imaginario: Un homenaje a la pasión de Molière

Mayalichi
4 min readMar 21, 2018
Fotografía oficial de la Compañía Nacional de Teatro.

En medio de un salón lujoso y antiguo de paredes doradas, aparece una mujer de peluca cilíndrica y verde, su vestido abombado y su canto agudo capturan la sala con la presencia de aquello que no pertenece a nuestra época. Así comienza la puesta en escena de El enfermo imaginario de Molière, llevada a cabo por la Compañía Nacional de Teatro y presentada actualmente en el Teatro de la Aduana.

Jean-Baptise Poquelin, mejor conocido como Molière, nació en París, Francia, el 15 de enero de 1622. Considerado el padre de la Comedia Francesa, su obra se caracteriza por hacer mofa de la sociedad de la Francia del siglo XVII, especialmente de las costumbres y el estilo de vida de la burguesía.

Molière escribió obras sobre temas que resultaron polémicos en su época, tales como la condición de la mujer en su obra La escuela de las mujeres (1662), y la hipocresía religiosa de su sociedad en su obra Tartufo (1664), lo que le granjeó ser considerado un libertino por los sectores más conservadores de su círculo social, e incluso, la prohibición de algunas de sus obras por ser calificadas como obscenas e irrespetuosas. Sin embargo, su gran talento cómico y su indiscutible éxito comercial hicieron que Molière se ganara la simpatía del rey Luis XIV, y se convirtiera, así, en su protegido. Con el apoyo del rey, la compañía de Molière se instaló poco a poco en el Palacio Real, hasta llegar a convertirse, en 1665, en la Compañía Real.

El enfermo imaginario (1673) , al igual que el resto de la dramaturgia de Molière, constituye una crítica a la sociedad francesa del s. XVII. Mediante el personaje del Sr. Diafoirus, se ridiculiza la figura del médico en la época, pues estos eran considerados dueños del saber, capaces de solucionar todos los males que acogían a los seres humanos, además de contar con el gran prestigio social que aún actualmente se asocia a esta profesión. Asimismo, mediante el humor, en esta obra se denuncia el manejo del amor romántico en la sociedad francesa de aquel tiempo. Así, el personaje de Angélica no es libre de elegir a quién amar, ya que su padre le impone casarse con Thomas Diafoirus, por causa de los beneficios sociales y económicos que en aquel tiempo se obtenían al contraer matrimonio con un médico.

Interesante a nivel filosófico, esta obra de teatro invita a reflexionar sobre las verdaderas intenciones y las apariencias, y abre una interrogante que en muchas ocasiones revelaría la naturaleza de quienes nos rodean: ¿cómo reaccionarían nuestros seres queridos si de pronto muriéramos?, si pensaran en voz alta en ese momento y manifestaran sus más profundos sentimientos, ¿qué dirían?

Si bien, en El enfermo imaginario el humor es una constante, esta obra trata temas profundos y meramente humanos, tales como la decepción, el enamoramiento y la tristeza de perder a nuestros seres queridos. Mediante excelentes actuaciones, el elenco de la Compañía Nacional de Teatro lleva a los espectadores estos sentimientos de la manera más emotiva, sin abandonar la comicidad característica del teatro de Molière, lo cual le dobla el mérito al trabajo de sus actores.

Asimismo, la fidelidad de los vestuarios y la escenografía a la época representada permite al público apreciar la estética francesa del s. XVII, lo cual le da verosimilitud a esta obra y la convierte en una representación de primer nivel. Así, la Compañía Nacional de Teatro resulta ideal para llevar esta comedia a las tablas, pues tal como lo hizo en el pasado con Madre Coraje de Bertolt Brecht, en el 2011, y El Vestidor de Ronald Harwood, en el 2010, la Compañía se caracteriza, además de sus excelentes actuaciones, por representar fielmente y con esmero la respectiva época de sus obras.

En relación con el aspecto musical de la obra, El enfermo imaginario pertenece al género de comedia-ballet, en el cual se mezclan la danza y la acción dramática en un mismo acto. Este género fue inventado por el mismo Molière, lo cual fue innovador en su época, y respondía a su afán de atraer y divertir al público, así como de fascinar al rey Luis XIV, pues la danza era una de sus pasiones.

Este aspecto se ejecuta de manera óptima en la puesta en escena hecha por la Compañía Nacional de Teatro. Tal como Molière lo dispuso originalmente, el baile y la música se insertan en el curso de la obra, acompañando la danza de los personajes con ritmos contemporáneos, tales como el hip-hop y el reggaetón. Esto, lejos de apartarse del propósito original de Molière, es fiel al afán lúdico y popular que motivaba el uso de la música y la danza en su dramaturgia, y hace de esta puesta en escena una adaptación acertada para la época actual.

El enfermo imaginario (1673) fue la última obra de Molière, quien murió unas horas después de sufrir un ataque de hemoptisis durante el curso de una de sus representaciones. Podría decirse, pues, literalmente, que Molière murió haciendo lo que amaba, pues nunca se avergonzó de su profesión, a pesar de que esta era era considerada inmoral durante su época, especialmente por el sector religioso.

La ley francesa del s. XVII prohibía enterrar a los actores en la parte sagrada de los cementerios; sin embargo, el rey accedió a que Molière pudiera tener un funeral y a que este fuera enterrado en el Cementerio del Père-Lachaise, en la parte correspondiente a los niños no bautizados. En el epitafio de su tumba, muy fiel a su naturaleza cómica, se lee lo siguiente:

“Aquí yace Molière, rey de los actores. En estos momentos hace de muerto, y de verdad que lo hace bien”.

El enfermo imaginario se presenta actualmente en el Teatro de La Aduana. Las funciones son de jueves a sábado a las 7:30 p. m. y domingos a las 5 p. m. Estará en escena hasta el domingo 25 de Marzo.

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Mayalichi

Filóloga entusiasta de la danza, las letras y el cine.