Detalles
“El mundo también puede ser comprendido a través de lo inmediato, lo cotidiano y lo fragmentario”.
O y G

Mi abuela tiene Facebook, Pinterest y Whatsapp. Tuvo también Windows Messenger en aquellos tiempos en que todavía parecían inocentes las redes sociales. Recuerdo la reacción de una amiga, cuando le comenté que estaba chateando con mi abuela, a mis 13 años: “¡¿Su abuela tiene Messenger?! Bueno, pero le apuesto a que no tiene celular” a lo que ella respondió: “¡¡Güila más tonta, decile que sí tengo!!”.
Mi abuela enviudó hace 10 años, a sus setenta, se volvió a casar. Ella siempre ha tenido el talento y la dedicación de crear cosas con sus manos: teje ropa, sombreros, bolsos; hace muñecas de trapo, jarrones; pinta y graba cuadros en repujado. La casa de mi abuela es de mis lugares favoritos ─a pesar de que voy poco─, está llena de artesanías hechas por ella misma, flores de papel, tejidos que cubren los muebles; en la sala, en una pecera falsa flota una sirenita, hay colores por todas partes; me simpatiza el plástico transparente que cubre el mantel de la mesa, el televisor que siempre está encendido. A mi abuela le encanta sentarse a tejer viendo Caso cerrado.
Mi tita es futbolera, liguista de corazón; en los tiempos convulsos del fútbol, ella no perdona, lo sabemos bien quienes seguimos sus estados críticos y aveces iracundos de facebook:
“¿Qué pensará la directiva de la Liga?, damos vergüenza, no tenemos equipo, ni entrenador, ni una buena directiva, estamos en la puritica calle, no sirven para nada”.
Cuando era pequeña, mi abue hacía muñecas de trapo: pelo de lana, vestidos de felpa. Mi prima Nicole y yo jugábamos con las muñecas que mi abue confeccionaba, en aquella vieja casa de Alajuela; la casa de los canarios, de los chihuahuas, el patio gigantesco a nuestros ojos. La lora del tío Capeto que “odiaba a las mujeres”, los gatitos bebés de la tía Gladis; el día que llenamos de agua aquella piscina de años, que más resultó en un estanque con hierbas flotantes.
Hoy mi abuela volvió a hacer muñecas de trapo, son las mismas muñecas con las que yo jugué toda mi vida; comparte una foto en su facebook, y yo me pongo a pensar. Veo esas muñecas y pienso en esas ganas de hacer que han acompañado a mi abuela toda su vida, en esa virtud que tienen sus manos para producir cosas hermosas; pienso en los detalles, esos pequeños grandes elementos que, en clave instantánea, nos permiten conocer a los demás. Mi abuela me ha dado, sin saberlo, grandes lecciones para la vida.
De joven, mi abuela fue profesora de inglés y ciencias en el Instituto de Guanacaste; actualmente, vive en Alajuela con don Rafa y sus dos chihuahuas, raza a la que guarda devoción desde tiempos remotos.
Encabezan este texto tres de sus muñecas más recientes. Creaciones de tiempo, amor de trapo, belleza entre bellezas.